Sabemos parir, si nos dejan
Últimamente he leído algunos artículos que me han llamado mucho la atención. En ellos se habla de que la mujer no puede elegir qué parto tener y que es el ginecólogo el que tiene el poder de decidir, pues él tiene la titulación y sabe cómo llevar un parto, no la mujer. También he leído algo sobre los partos en casa y las locas de las mujeres sectarias que decidimos poner en riesgo nuestras vidas y la de nuestrxs bebés. O sobre la tontería de contratar una doula... Expongo aquí otra visión que tenemos cada vez más gente para que todas podamos comparar y contrastar, porque la información es poder o al menos a mí me ha servido muchísimo estar informada y decidir por mí misma.
Para empezar el ginecólogo, en un principio, no debería ni pinchar ni cortar (¡¡ni cortar!!) en un parto. El ginecólogo es la persona que profesa la ginecología, que se define como la parte de la medicina que trata de las enfermedades propias de la mujer. Una mujer embarazada no es una mujer enferma, por lo que la persona que debe atender un parto normal es la matrona. En nuestro país, y yo diría que en todo el mundo, la mayoría de matronas son mujeres. En la sociedad en la que vivimos muchas han pasado a segundo plano con la llegada del ginecólogo y sus herramientas de trabajo, pero ellas -a mí me gusta llamarlas comadronas- son las que están especialmente autorizadas para asistir a las parturientas. El o la ginecóloga sólo debería intervenir en caso de existir algún problema en el transcurso del parto, es decir, en contadas ocasiones. Sin embargo en nuestro país las estadísticas nos muestran que esto no está siendo así. A una de cada cuatro mujeres en España le practican una cesárea. Esta cifra aumenta a una de cada dos en hospitales privados. ¿Qué está pasando? ¿Realmente pensáis que todas esas mujeres no pueden parir a sus bebés? ¿Todas ellas necesitan una cesárea por necesidad o esto se ha convertido en un negocio?
La mujer de parto tiene un gran instinto. Está tan conectada con su bebé que sabe exactamente lo que tiene que hacer, si la dejan tranquila. Puede incluso saber si algo no marcha bien antes de que pase, si la dejan tranquila. Podría parir perfectamente sola, si la dejasen tranquila y en conexión con su ser. Todo este instinto en muchas ocasiones se queda bastante a un lado en un parto hospitalario: frío, lleno de luces, sin intimidad, teniendo que responder a preguntas del personal o teniendo todo el instrumental a la vista... Aún así, muchas mujeres consiguen parir a sus bebés en el hospital gracias en buena parte a la asistencia de matronas que hacen bien su trabajo. O más bien de matronas o comadronas a las que les dejan hacer bien su trabajo. Digo esto porque muchas quieren hacerlo bien, pero no las dejan. Muchas se sienten presionadas a hacer cosas que no harían, a no esperar por prisas externas, a usar instrumental cuando no lo ven necesario... La violencia obstétrica es tal que muchas se sienten casi forzadas a ponerse a un nivel en el que no quieren estar y se hacen cómplices de ese maltrato y humillación a la mujer. Y en un sistema jerárquico donde el ginecólogo decide lo que está bien y lo que no, si hay prisa o no ... las más afectadas son las mujeres y sus bebés.
Yo decidí parir en casa. Fueron muchos los motivos por los que decidí recibir a mis hijxs en el calor de mi hogar, entre ellos estaba que el hospital no era un lugar seguro para mí. No me encontraba a gusto cada vez que iba a una revisión y me sentía como si estuviera pasando la ITV del coche. Me informé mucho, leí, pregunté, busqué... y, junto a mi pareja, encontramos a unas comadronas que atendían y atienden partos domiciliarios. Encontré respeto, profesionalidad y seguridad. No me siento una loca irresponsable por haber tomado esa decisión. Mi primer hijo nació en casa y repetí con mi segunda hija, en la bañera y a diez segundos de mi cama. Jamás me he sentido más poderosa que pariendo a mis hijxs. La oxitocina natural es alucinante cuando recorre todo tu cuerpo y en el parto se segrega el pico más alto de toda la vida. Tengo un recuerdo maravilloso de su llegada al mundo y así se lo cuento a ellxs.
A partir del nacimiento de mi primer hijo decidí que quería ser Doula. Quería acompañar a otras mujeres en los nacimientos de sus bebés y estar con ellas en su proceso.
Leo mucho acerca de doulas sí, doulas no... Qué importante, qué chorrada... Parece una batalla entre doulas vs matronas y no me gusta. Yo no quiero hacer la labor de la matrona, aunque a veces pienso seriamente en estudiar para serlo. Ellas tienen sus funciones, las mías son otras. Yo no quiero luchar contra ellas, pues valoro mucho su trabajo y no quiero interferir en él. Tampoco quiero defenderme de lo que hago porque otras “doulas” se excedan en sus competencias. Sólo quiero acompañar a las mujeres que quieran, en su camino hacia la maternidad. Hablo en primera persona aún sabiendo que hay muchas doulas que piensan como yo. Creo que las matronas deberían recuperar su poder frente a lxs ginecólogxs (¡Ojo!, no todxs hacen mal su trabajo). Y siento que es ahí donde hay que aunar fuerzas. Para que ellas recuperen su labor principal y el ginecólogo se quede en segundo plano, muy importante, por cierto, si algo no va como tiene que ir. El sistema jerárquico está bastante mal planteado y no ayuda nada, la verdad, pero ése es otro tema.
Lo que creo es que hay mucho miedo por parte de lxs ginecólgxs a perder ese poder que les otorga el título y su posición. Miedo a que una matrona haga bien su trabajo y ellxs no sean necesarios. Pero también siento miedo por parte de las matronas por enfrentarse a sus superiores, por las consecuencias, por las presiones, por convertirse en cómplices de sus maltratos... Afortunadamente es esperanzador escuchar a algunxs ginecólogxs contar que lo bonito de su trabajo es cuando no tienen que hacer nada. (Obstetricia: del latín obstare «estar a la espera»).
Espero que poco a poco la mujer vaya recuperando ese poder ancestral para decidir cómo, dónde y con quién quiere parir. Tenemos medios para informarnos sobre lo que queremos y lo que no, en todos los ámbitos, ¡que nos dejen elegir tranquilas!
Os dejo alguna recomendaciones interesantes, que se cumplen en contadas ocasiones y que todo el mundo debería conocer:
Estrategia de atención al parto normal del Ministerio
Recomendaciones de la OMS sobre el nacimiento
personalmente, creo que la mujer es libre de decidir quién acompaña su parto, faltaría más! Lo único que me perjudica" es estar pagando mis impuestos, mi seguridad social, mi seguro de responsabilidad civil... y que otras personas cobren en negro sin garantías. Sean doulas, matronas o lo que sea, porque es una estafa que no se limita sólo a las doulas.
Todo con legalidad y garantías.
También me gustaría darte la razón en lo que comentas de esa lucha diaria con los (algunos) ginecólogos. Cuesta, quema, muchísimo. Pero puedo decir en primera persona que no sólo es posible reivindicar nuestra parcela día a día y velar por el respeto de los deseos de la mujer, sino que además trabajar así, al final te hace crecer mucho como persona y profesional. Ánimo y enhorabuena a todas aquellas profesionales que anteponen la satisfacción de la mujer a la del equipo sanitario!!!
sensato.
Comparto mi animo y admiración hacia todas esas matronas
que se pelean diariamente por trabajar bien en los hospitales y centros de salud, las que se enfrentan a la prepotencia de los ginecólogos y tratan a la mujer con todo el respeto q se merece.
Y por ultimo creo q hay que visibilizar las malas practicas, tanto si es una matrona que dice burradas sobre lactancia, como un ginecólogo que induce un parto porque le sale del moño o incluso una doula q se cree con capacidad para ofrecer clases de preparación al parto o hasta asistir un parto.
Un bsito.