¡Te esperábamos!
Llevaba unos días bastante inquieta y un poco enfadada. Nico nació en casa en la semana 38 y pensaba que Emma se adelantaría también. Me sentía cansada y ya con unas ganas tremendas de conocerla y también de saber cómo iba a ser; si de noche, de día, si Nico iba a estar a gusto y yo con él… Llevaba ya unas noches con dolorcillo de regla, que parecía que algo se ponía en marcha y yo feliz, pero por la mañana todo normal. Eso me enfadaba, me bloqueaba, me hacía pensar que estaba transmitiendo demasiada presión a esta bebé por nacer. Y sabía que era ella la que tenía que sentirse bien y decidir cuándo y cómo llegar, pero tenía tantas ganas…
Hasta que una noche todo se puso en marcha.
02:00h de la de mañana
Empecé con dolor, pero más fuerte que los días anteriores. Le pedí a Rober que me pasara la manta eléctrica para ponerme calorcito, pero era un dolor intenso, que no era fácil de calmar. Parecían contracciones, bien! ¿Era ya la hora? Esperé unas cuantas y ya le dije a Rober que me dolía bastante, así que él se puso en modo logístico a preparar cosas: poner radiadores y chimenea, quitar el arenero de las gatas y despejar el baño, preparar rincones con velas, limpiar las habitaciones con palosanto…
Mientras, yo estaba en la cama. Lo de intentar dormir lo descarté porque las contracciones empezaron fuertes y cada 7-8 minutos, así que me quedé en la cama con la mantita. Nico dormía a mi lado.
Con el peque habíamos hecho una especie de plan de parto para que tuviera elección de qué hacer y con quién estar el día del nacimiento de su hermana. Habíamos quedado en que vendría Leti a estar con él si hacía falta.
Las contracciones eran fuertes y yo sentía que no estaba relajada. Todavía quería asegurarme de estar de parto y que no fuera como las noches anteriores y que a la mañana siguiente nada de nada. Al rato fui al baño 2 veces y después de la limpieza de intestinos… ya sí que sí.
Rober avisó a Cris, la comadrona, para que se fuera preparando. Y también a Leti para que estuviera alerta. Me dolía bastante así que Rober me preparó la bañera con agua caliente. Sentí mucho alivio. Ahí me sentí más abierta y relajada y las contracciones eran más llevaderas, aunque eran a cada rato y muy largas. Rober me hizo un tacto, 4 cm más o menos. Llamó a Cris para que viniera ya, que tardaba 1h en llegar. Sentía cómo avanzaba rápido y al rato le pedí otro tacto. Ya me dijo que los dedos no le daban para abarcar más. La peque estaba cerca. Intentaba hacerme alguna foto, pero no le daba tiempo porque enseguida le pedía que me sujetara para yo no hacer mucha fuerza con los brazos.
4:00h de la mañana
Se despertó Nico, así que llamamos a Leti, como habíamos quedado, para que estuviera con él. Vino enseguida y se quedaron lxs 2 en el salón jugando. Estaba tranquilo. Subía de vez en cuando, miraba el agua de la bañera y me decía: “¿todavía no ha nacido Emma?” o “si gritas mucho te cierro la puerta, ¿vale?” Pensábamos que se iba a poner nervioso de tanto esperar si era un parto largo, je, je…
En una de las contracciones sentí cómo mi útero hacía un empuje hacia abajo. Flipé. ¿¿Ya?? ¿Tan pronto voy a sentir ganas de empujar? En la siguiente contracción sentí cómo se me vaciaban los intestinos y todo el agua de la bañera se tiñó de marrón. Noooooo, pensé en el lío que sería tener que cambiar toda el agua. Momento escatológico total. Rober llamó a Leti para que le trajera un colador o algo para intentar limpiar la bañera, pero no le escuchó porque estaba abriendo la puerta a la comadrona. Bajó las escaleras y se topó con ella. Rober volvió con el colador y yo ya estaba de rodillas. Sentía cómo mi pequeña se deslizada suavemente, cómo rotaba. Cris, después de dejarnos un momento a solas para no irrumpir de golpe, se acercó y nos puso las manos en los riñones a lxs dos. ¡Qué gustito! Le dije a Rober: “pon las manos que estoy sintiendo cómo baja”. Cuando puso las manos estaba su cabeza y un brazo. Rober le pidió a Cris que llamara a Nico para que viviera ese momento con nosotrxs y mientras tanto, muy profesional él, le palpó la cara y el cuello para ver cómo estaba colocada y le dijo a Cris: “lleva una vuelta de cordón”. Cris se hizo cargo. Su cuerpecito salió y se quedó un rato debajo del agua. Enseguida Rober me la puso encima y justo llegaba Nico viendo por primera vez a su hermanita, la pequeña Emma, que estaba tranquila en mi pecho.
Me pareció impresionante no sentir nada de dolor durante el expulsivo. Sentía su cuerpo deslizarse dentro de mí pero cero sensación dolorosa. Comparado con mi primer parto la dilatación fue muchísimo más intensa. Me imagino que tiene que ver con dilatar tan rápido.
Unos minutos después de las 5 de la mañana nació mi pequeña. La placenta tardó más de una hora en salir. Estaba baja y desprendida pero no salía. Creo que yo la retenía porque el parto fue tan rápido que no me hacía a la idea de haber terminado ya. Después de alumbrar le dije a Cris que me la colocara en la vulva. Mi amiga May me lo recomendó y quería probarlo. La sensación de placer al sentirla calentita es indescriptible.
6 meses después la pusimos juntxs bajo las raíces de un nogal al plantarlo en el patio.
Después de explorar y ver cómo era la placenta, Cris nos preparó un zumo delicioso con un trocito y nos fuimos todxs a descansar.
Gracias Rober, por ser el mejor compañero en este viaje.
Gracias Nico, por hacerme mejor mamá cada día. Y ahora, Emma, tú también nos enseñas a todxs!
Gracias a Génesis por empoderarme y hacerlo tan fácil. Y a mis doulas y a mi tribu!
Gracias Leti por tu sostén en estos momentos tan sagrados.