Opinología: ¡Ponte la chaqueta que tengo frío! (Parte 2)

29 de diciembre de 2014

Con este ya es el segundo post de una serie de pequeñas entradas en las que me apetece compartir otra forma de ver las cosas sobre diferentes temas. Va dirigida a todo el mundo, pero en especial a aquellas personas, abuelxs, amigxs, primxs, vecinxs... que se entrometen, en ocasiones demasiado, opinando sin que les preguntemos en nuestra forma de criar a nuestrxs cachorrxs.
Aclaro que doy mi punto de vista. Puede ser diferente al tuyo... o no... Pero me parece importante tener en cuenta el punto de vista de lxs peques.

En esta segunda parte hablo de...

¡Ponte la chaqueta que tengo frío!

No sé vosotrxs, pero yo esta frase la leo en las caras de espanto de algunas personas a menudo por estas fechas. Mis hijxs son calurosos. Hasta los casi 3 años Nico no se tapaba por la noche en la cama. Ahora ya lo hace, aunque sigue yendo por la calle con una camisetilla de manga larga y una sudadera en pleno diciembre, en la Sierra de Madrid. No usa abrigo, de momento, porque parece que no lo necesita. Aunque parece que últimamente ya va nombrabdo más el frío, quizás en momentos donde está más quieto, haciendo alguna actividad de concentración...
A mí me da frío verle a veces y entiendo que a la gente también. Yo le ofrezco la posibilidad del abrigo para la calle todos los días. Él se conoce lo suficiente para salir al patio y valorar su temperatura. Él nunca lo usa. Yo respeto su decisión.
La gente a veces le dice: "Oyoyoyoy chico, ¿cómo vas así?, ¡anda ponte algo, que hace frío!".Saltando en la nieve sin abrigo

Sí, es verdad que hace frío. Tal vez tú tienes frío, a pesar de llevar 5 capas de ropa, porque estás ahí paradx esperando al autobús. A mí me pasa. Lxs peques no esperan como tú ni como yo. Ellxs saltan, juegan, corren, se suben a una roca y vuelven a saltar... Son pura energía. Es un placer tocar sus cuerpitos y darte cuenta de que desprenden calorcito del bueno. Y tú y yo heladxs.

Señoras y señores, si tienen frío se pueden poner un abrigo más... o pueden probar a saltar un poco. A lo mejor les empieza a sobrar ropa. Y es que... cuando juego con ellxs en la calle, cuando nos perseguimos, cuando saltamos, bailamos y brincamos... El abrigo... a mí también me sobra.

Es verdad que existen los momentos malos. Cuando las criaturas empiezan a darse cuenta de que necesitan un abrigo pero todavía no tienen sentido de la previsión y hay que darse la vuelta en medio de un paseo y volverse a casa porque no están a gusto. Momentos en los que nos  dan ganas de calzarles un abrigo, gorro y bufanda incuidos, aunque no quieran. Son esas situaciones donde nos toca respirar y respetar sus propios procesos para darles tiempo a sentir sus necesidades, aunque también implique esfuerzos y frustraciones por nuestra parte.

Recuerda: antes de juzgarle o decirle que se abrigue, quizás le puedas preguntar si tiene frío. Y sobre todo... no desperdicies media hora en convencerle de que se ponga capas y capas de ropa cuando la que tiene frío eres tú.


Si te perdiste la parte 1, la puedes leer ahora. Hablo sobre... Los cubiertos.
Y puedes seguir leyendo.
Opinología (Parte 3): El placer de portear
Opinología (Parte 4): ¡Verás cuándo nazca tu hermanita!

(Si te gusta esta página y te resulta útil, puedes colaborar conmigo de muchas formas para que pueda seguir manteniéndola)
2 comentarios
Seño Punk
30 dic 14
Muy requetecierto. Los niños llegan a clase por las mañanas con capas y capas de ropa que no necesitan, y a veces te das cuenta de que están sudando como un pollo! Y si queremos que sean autónomos, debemos dejarles serlo. No lo habría expresado mejor.
28 ene 15
Gracias por pasarte por aquí Seño Punk :) Yo también veo a niñxs demasiado abrigadxs. Lxs hay que no pueden ni moverse con libertad :S
Valquiria
30 ene 15
jajaja Esta frase se la digo yo a mi hija: ponte la chaqueta que tengo frío jajaja Y se lo digo por eso porque a veces ella parece no tener frío y yo tengo tanto que se me hace imposible que ella no tenga. Pero por lo general es ella la que decide desde bien pequeña cuánto quiere abrigarse.